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Los caminos del mar. De Valencia a Dénia en BTT (II) Posted: 22 Jun 2011 01:00 AM PDT Cruzado el rio Júcar buscamos el camino del Brosquil. Depende de la hora, puede esta carretera comarcal tener bastante tráfico, por lo que podemos intentar ir más pegados a la costa. Rio Júcar En este caso bordearemos el río Júcar por su margen derecho en dirección al mar, para seguir las indicaciones del Estany. Junto al Estany hay una serie de restaurantes que aprovechan el magnífico entorno para ofrecer cenas al reflejo de la luna. Este lugar tiene un encanto especial ya que el Estany, como su nombre indica, es un pequeño lago que recoje las aguas sobrantes de los campos de arroz, al igual que los aportes y las surgencias de esta extensa zona litoral donde afloran los manantiales procedentes de la sierra de Corbera. El espacio agrario que supone el arrozal sirve de colchón natural al parque natural de la Albufera, que aunque ha quedado lejano, participa de las mismas características paisajísticas y geográficas. Faro de Cullera Una de tantas lagunas litorales, que como un rosario, jalonaban nuestras costas hasta hace poco más de un siglo. De hecho, la Albufera llegaba en tiempo de los romanos desde más allá del Júcar, hasta la ciudad de Valencia. Ambos ríos, Júcar y Turia, desembocaban en ella y se calcula que su extensión superaba las treinta mil hectareas. El propio proceso erosivo natural que ha ido colmatando el lago, la restinga costera que cierra todo el conjunto, y la acción humana lo han reducido a las apenas tres mil hectáreas de la actualidad. Los años y años de cercados y aterramientos para convertir las marjales y zonas húmedas en campos de arroz, fue el primer paso en su desecación ya que con el tiempo muchos de ellos se convirtieron en naranjos. Arrozales Hoy los arrozales no son sólo un paisaje peculiar del territorio valenciano, sino un bien cultural herededado de nuestros antepasados que poco a poco, a fuerza de trabajo y generación tras generación, convirtieron las lagunas en campos productivos. Todo hay que entenderlo, por supuesto, en un contexto de pobreza y aislamiento donde el hombre adaptaba el medio para su propia supervivencia. Cavanilles se opuso al cultivo del arroz, a finales del siglo XVIII por motivos sanitarios, ya que en las aguas estancadas se reproducía el mosquito anópheles que era responsabe de la transmisión del paludismo, enfermedad mortal que asoló nuestros pueblos hace doscientos años. Iglesia del Brosquil. Bien por el Estany, bien por el camino de Tavernes a Cullera, llegamos al Brosquil. El Brosquil es una pedanía perteneciente a Cullera, un núcleo de población entre naranjos y muy cerca del mar. Las playas del Brosquil son muy conocidas por su tranquilidad y conservación, ya que son lugares poco frecuentados incluso en verano. Del Brosquil pasaremos por un puente, el canal más importante de toda esta antigua zona húmeda. Zona que se va abriendo hasta que llegamos a la playa de Tavernes. Desde la playa de Tavernes seguiremos por la punta de Xeresa hasta atravesar la marjal de Xeresa, un paraje natural testimonio de las antiguas lagunas litorales que no pudo ser desecado. Los canales y las charcas se alternan entre campos de naranjos bordeadas por el cinturón de carrizales y eneas que delimitan el entorno de la laguna. La playa de Xeraco ha crecido mucho en los últimos años y es un adelanto de lo que nos espera en Gandía. A la playa de Gandía hay que llegar a medio día para controlar que vamos bien de tiempo. El moderno paseo, la extensión de sus playas, la arena dorada y limpia conforman este lugar como uno de los más importantes centros turísticos de la Comunidad Valenciana, con un nivel de calidad y de actividades culturales digno de cualquier ciudad europea. Bicis de alquiler en el paseo de la playa de Gandía El paseo marítimo de Gandía, con unos cuatro kilómetros de longitud desde el inicio donde nos incorporamos por unas pasarelas de madera, hasta el Grao, es una delicia seguirlo en bicicleta. Un carril bici circula entre las cafeterías, tiendas y restaurantes, animados en cualquier época del año, y el paseo peatonal junto a la playa. El mar, siempre presente, nos permite disfrutar de un paisaje mediterráneo auténtico, de unas vacaciones permamentes, y de un azul que nos recuerda lo afortunados que somos. Llegamos al Grau de Gandía, no sin antes habernos dejado a nuestra izquierda el Puerto Deportivo, que si vamos bien de tiempo, podemos visitar hasta el final del malecón. Puerto de Gandía. El grau de Gandía tiene la fuerza de un puerto con historia. La leyenda cuenta que Jaume I pasó una noche en este lugar tras conquistar el Castillo Bairén en el siglo XIII. El puerto fue construido entre los años 1886 y 1893 por una compañía ferroviaria inglesia. Su principal finalidad era conectar la ciudad con Alcoy para facilitar el transporte de carbón y abastecer su industria. En los años 60 el puerto fue usado principalmente para la exportación de cítricos con lo que se convirtió en uno de los puertos más importantes de la Comunitat Valenciana. En la actualidad una de sus más importantes actividades es la importación de papel. En el año 1892 se inauguró el tren Alcoy Gandia. El puerto y las vías fueron construidas por la companía “The Alcoy-Gandia Railway & Harbour Company Limited”. En el Grao existía un almacén (Casa del Grau del Mar) que disponía de una torre de vigilancia. En otra parte del barrio hubo una ermita destruida en los años 60. Grau de Gandía Cruzado el barranco de San Nicolás, o de Beniopa salimos del Grau por el carril bici que nos lleva a la ciudad ducal. Este carril bici sigue el cami vell del Grau y va separado de la carretera. En Gandía, una de las ciudades de mayor raigambre cultual e histórica de la Comunitat Valenciana, buscaremos la estación para seguir una antigua vía de ferrocarril abandonada, la del tren Carcaixent-Dénia. Junto a la estación de RENFE, está la antigua estación del Ferrocarril de Carcaixent. La vía verde de la Safor conecta en 7 Km. las ciudades de Gandia y Oliva a través de la antigua plataforma del tren de Carcaixent a Dénia que fue construido en 1884. Un carril-bici que, aunque alejado del mar, nos muestra un paisaje de huertas y acequias donde el perfume de azahar es una constante. Nuestro camino a partir de Gandia comienza, como hemos dicho, en el Parc de l’Estació de Gandia, la antigua estación del tren de vía estrecha ya desaparecido. Desde el Parc tomar la calle del Tossal, que nos conducirá por un pasillo hasta el río Serpis. Un puente de hormigón nos permite cruzar el río y seguir recto en dirección suroeste. Atravesaremos la carretera que baja hacia el Grao de Gandia por la orilla derecha del río, cruzando por un paso inferior que nos evita el tráfico de coches. A partir de aquí la vía se desarrolla entre huertos de naranjos, en una larga recta que cruza primero la acequia de Daimús para llegar a la carretera que se dirige a Bellreguard. Volvemos a cruzar las aguas del Serpis, esta vez sobre su acequia principal que fue captada en Villalonga, para dejar tras de sí, la localidad de la Palmera y más tarde Piles. Oliva marcará el final de nuestra segunda etapa. Esta población, hermana de Gandia y con una franja costera inigualable, tiene extensos cordones dunares que la convierten en un paraíso para el que busque en el mar, la tranquilidad. Playas de Oliva. Al fondo el Montgó, nuestro destino. Pero la descripción de sus playas la dejaremos para el próximo post. Desde Oliva hasta Dénia, nos queda otra vía verde recientemente inaugurada, desde els Poblets, y un buen número de sorpresas más, tanto si seguimos la vía litoral, como si nos adentramos en otro parque natural, la marjal de Pego-Oliva y las cristalinas aguas del riu Bullent. Texto y fotografías: José Manuel Almerich |
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